El dibujo de la izquierda pretende representar, con algún éxito, espero, la colosal estatua de la libertad que desde el puerto de Nueva York da la bienvenida a todos los que allí llegan o la visitan.
Francia la regaló a E.U. en 1.886, y es obra del escultor francés Frederic Auguste Bartrold.
Si bien ubicada en los E.U., su espíritu es verdaderamente francés, ya que es la herencia de la Revolución Francesa del 1.879. En la base de la estatua está inscrito un poema que comienza así: "Darme a los desheredados, a los pobres, a las muchedumbres que ansían la libertad".
En mis estudios del bachillerato, en los textos que se publicaban en la España de entonces, parecía que la Revoución iniciada en 1.879 había sido más un conjunto de excesos y algaradas del "populacho" que el importante acontecimiento que supuso para la historia humana y que llevó a considerarlo como el referente para el inicio de la Era Contemporánea.
No obstante, recuerdo con agradecimiento que el profesor de historia en aquel curso ¡ un religioso marista ! nos dijo a unos cuantos alumnos que todos somos hijos de la Revolución Francesa, que con ella se inició al final de las tiránicas monarquías absolutas, se pretendió acabar con los privilegios y abusos de los nobles, igualar a los hombres en sus derechos y convertir a los vasallos en ciudadanos libres.
Posteriormente, he leído más sobre el tema, pero me sigue valiendo la síntesis de aquel profesor de historia, verdaderamente notable e inusual en aquel tiempo.
Se me ocurre que la Libertad es como una bella dama, de encantos y virtudes innegables, seductora y deseable, pero de la que algunos no dejan de sospechar que puede ser un tanto frívola y casquivana.
Nadie recela de su propia libertad, pero algunos lo hacen de la de los demás si la advierten como impidimento o amaenaza para sus privilegios o estatus adquirido.
¿ Nunca habeís oído aquello de que la libertad conduce indefectiblemente al libertinaje ?.
Un día, alguien me espetó: ¿ Cómo podemos ser libres si para cruzar la calle hemos de esperar que cambie el color de la luz de un semáforo ?.
Creedme, en la primera década del siglo XXI, es absolutamente fútil entrar en discusiones filosóficas, políticas o teológicas sobre la libertad. Todas las personas de mente abierta, sensibilidad humana y conciencia social tienen muy claro lo que es en su acepción más amplia y auténtica. También saben que forma parte de lo que otras muchas personas anhelan alcanzar, todavía y desgraciadamente.
Si tenéis ocasión de visitar la mágnifica estatua, saludad a tan Bella Dama en nombre de todo el género humano. En todo caso, llevad en vuestros corazones lo que representa y que su autor, el escultor Bartrold dijo: "Es como la luz que aclara el mundo".